¿Tal vez tu hijo es disléxico y nadie lo sabe?
El trastorno es casi clandestino en muchos colegios - La dislexia puede
alcanzar a casi el 10% de la población y está plenamente diagnosticada en EE UU
y Reino Unido
MARUXA RUIZ DEL ÁRBOL 13/03/2008
Si Bill Gates hubiera estado escolarizado en España el mundo tal vez no
conocería Windows. Es disléxico. Y mientras el sistema escolar de EE UU detecta
y cuida de manera precoz al 10% de personas que, de forma leve o severa padecen
este trastorno, en España los profesores no reciben formación específica para
aprender a guiarse frente a un alumno que no consigue plasmar en nuestro
alfabeto las ideas, a lo mejor brillantes, que bullen en su cabeza.
Las asociaciones, jóvenes y con escasa ayuda, dan la voz de alarma.
Reconocen que la Ley Orgánica de Educación (LOE) fue la primera ley que, en
2006, desveló en un papel oficial la existencia de este mal silencioso. A pesar
del avance, en el día a día de unos centros educativos gestionados por las
comunidades autónomas, miles de niños no encuentran el apoyo necesario para
adaptar el caos creativo de su cabeza a la rigidez de los planes escolares que
están obligados a seguir. Sumidos en la clandestinidad de su enfermedad son
fácil pasto del fracaso escolar y se les hace pasar por vagos e ignorantes.
No hay estudios fiables en España sobre el número de personas que padecen
este trastorno de aprendizaje. La Federación Española de Disléxicos (FEDIS)
basa sus cifras las de la Unión Europea, que estima en 38 millones los
ciudadanos del Viejo Continente que sufren esta patología. Proyectando el
cálculo, entre un 10% y un 15% de los españoles padecería en algún grado esta
disfunción. Pero María Pàrraga, directora de la fundación que regenta el único
colegio para disléxicos que hay en España, El Brot de Barcelona, hace una
estimación distinta, calcula que el 3% de los fracasados escolares son
disléxicos. La necesidad de recurrir a la cuenta de la vieja para hacer esta
estimación es una buena prueba de la invisibilidad de los disléxicos en las
aulas. "En todo caso son más de los que los colegios aciertan a
reconocer" afirma el presidente de FEDIS, Iñaki Muñoz.
La logopeda Maribel Martín, del estudio Eduvoz, explica en lenguaje
técnico las claves de la disfunción. La dislexia es "un trastorno neuronal
en la lecto-escritura que dificulta en distintos grados la capacidad para
distinguir y memorizar las letras o grupos de letras, el ritmo y orden de su
colocación para formar las palabras y produce una mala estructuración de las
frases, lo que afecta tanto a la lectura como a la escritura. Los
disléxicos tienen dificultades para aprender a leer y a escribir, pero no
padecen retraso mental ni carencias del entorno socioeducativo".
En el mundo de un disléxico, esta perorata científica se siente de otra
manera: en la cabeza una mancha de color sangre y en la mano un lápiz inmóvil,
incapaz de asociar el carmín con las letras R-O-J-O. Sucedió hace años, en la
cabeza y en la mano de Alair, una niña que quiso escribir la dirección de su
amiga María Rojo y no pudo. Fue sólo una anécdota más, un nuevo paso del torpe
baile de imágenes, números y letras en el que vive. Para ella rojo (el color),
rojo (el sonido) y rojo (la unión de letras y sílabas que describen en
castellano la mancha bermellón que distingue en su cabeza), son conceptos
separados. Le cuesta establecer la relación entre lo que ve, lo que pronuncia y
lo que escribe. A veces no consigue asociarlos porque, aunque comprenda
perfectamente el concepto, es incapaz de descifrar el lenguaje escrito. El
mundo está codificado en un lenguaje que ella no puede entender.Pàrraga dice
que el mayor lastre de esta disfunción es su naturaleza introspectiva y
silenciosa. "El disléxico no es un alumno espectacular. Tiene buen
cociente intelectual y muchos son capaces de buscar recursos para salir
adelante". Su discapacidad se esconde incluso a los ojos de quien la sufre
porque la percepción de las cosas siempre ha sido igual. Para ellos es lo
normal, el desorden de siempre. Ven las letras del revés, se les apelotonan
ante la vista como una tormenta alfabética. Se concentran, pero no entienden.
Se aburren, desconectan, se despistan, les regañan, se concentran, no
entienden, se despistan, les regañan, no entienden...
Muchos personajes célebres han sido y son disléxicos: el que fue el primer
ministro del Reino Unido, Winston Churchill, el pintor Pablo Picasso o Boris
Izaguirre, el presentador de televisión que el año pasado quedó finalista al
Premio Planeta...del mismísimo Albert Einstein sus profesores decían que
"era lento mentalmente, poco sociable y divagaba constantemente en sus
estúpidos sueños", según relató su hijo Hans Albert Einstein en una
entrevista. Pero en la evolución de la vida del común de los disléxicos, la
frontera entre el éxito y el fracaso es demasiado estrecha. Daniel Ottaman es
Canario. Tiene 19 años, estudia biología y hace sólo tres le diagnosticaron
dislexia. Aquella jornada fue la primera que oyó la palabra que daba una
explicación a su calvario. "Había pasado por tres depresiones y por varios
ataques de ansiedad y ese día entendí que todo lo que me sucedía tenía una
explicación y que no era tonto", comenta.
María Pàrraga, afirma que los países anglosajones son un paraíso para las
personas que sufren esta disfunción y un ejemplo para el resto. "Allí su
tratamiento está normalizado hasta tal punto que los contenidos de las clases
no sólo se guardan en libros sino también en soportes interactivos donde el
conocimiento está explicado en clave de imagen". Tanto en Reino Unido como
en EE UU la dislexia es considerada una discapacidad por lo que quienes la
sufren tienen derecho a becas y ayudas. En la Universidad de Oxford, por
ejemplo, hay 20.000 estudiantes. De ellos 1.020 son discapacitados, el 48%
disléxicos. En cambio, en la Universidad Autónoma de Madrid tan sólo 115 de sus
28.000 estudiantes están registrados como minusválidos. Ninguno es disléxico
porque en España no se contempla como discapacidad.Igual que en las aulas, los
disléxicos han sufrido las consecuencias de la clandestinidad de su dolencia en
el marco legal español. La LOE reconoció por primera vez en 2006 la existencia
de esta enfermedad silenciosa bajo el nombre de "Alumnado con necesidades
educativas específicas". Las necesidades educativas especiales (niños
discapacitados o con problemas de conducta) ya estaban recogidas en la anterior
ley, la LOGSE.
Pero, según la FEDIS, los beneficios del reconocimiento no han llegado
mucho más allá del papel. Uno de los redactores de la LOE, Juan López,
subdirector general de Ordenación Académica del Ministerio Educación, defiende
que la incorporación de la dislexia al ordenamiento ha sido un gran avance,
aunque es consciente de que, desde 2006, no ha habido tiempo para recoger sus
beneficios.
López remite a los artículos 71 y 72 donde se exige a las comunidades
autónomas que dispongan de los medios y recursos necesarios "para que todo
el alumnado alcance el máximo desarrollo personal, intelectual, social y
emocional". La responsabilidad de su aplicación está transferida a las
comunidades, pero, "en caso de que no se esté cumpliendo, los ciudadanos pueden
poner una denuncia. Por ahora no hemos recibido ninguna".
A partir de la aprobación de la ley se ha establecido un sistema de
detección distinto en primaria y en secundaria. Mientras en secundaria es
obligatorio que haya un equipo de tres orientadores en cada centro, en primaria
(el periodo donde se debería de detectar la dislexia) los llamados servicios de
atención temprana, trabajan fuera del colegio. Visitan periódicamente "los
12 ó 13 centros de cada distrito". "Detectan los niños con necesidades
especiales o específicas y, dependiendo sus características, la plantilla de
profesores se refuerza con psicólogos, fisioterapeutas o logopedas".
Las islas son las autonomías pioneras en desarrollar los artículos 71 y
72. Baleares introdujo hace cuatro años, la Selectividad para disléxicos. Los
alumnos tienen más tiempo para la prueba, los profesores leen las preguntas al
alumno y en la corrección no cuentan la ortografía. De los 3.438 alumnos que se
examinaron en 2007, ocho solicitaron esta prueba especial.
En Canarias, el 30 de enero se aprobó una resolución que exige este mismo
tratamiento tanto en los exámenes de primaria como en los de secundaria.
Además, pusieron en marcha hace un año cursos de formación en dislexia para
cuarenta profesores en Las Palmas y otros tantos en Tenerife.
Dentro de la Península no existen normativas específicas. Desde la
Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid reconocen que no existe
ninguna titulación que especialice al profesorado, pero matizan que 425
especialistas en educación y lenguaje trabajan en colegios públicos de la
capital. En el País Vasco se está formando una comisión técnica para dar
respuesta a la dislexia y a la disgrafía. La formarán representantes de la
universidad, el departamento de Educación del Gobierno Vasco, la asociación de
disléxicos Dislebi y miembros del Berritzegune, un órgano de asesores
educativos.
El secretario general de la Federación de Enseñanza de CC OO, José Campo,
manifiesta que, además, "es fundamental reducir el ratio alumno/profesor en
las escuelas para garantizar la atención personalizada de este alumnado".
En una clase donde hay un profesor y 30 alumnos "es difícil que el docente
detecte y atienda los casos especiales".
Encarna Peyús, experta en dislexia del colegio Montserrat en el barrio de
Orcasitas de Madrid, afirma que encontrar un colegio preparado para
diagnosticar la disfunción es cuestión de suerte.
"Si afirmamos que es crítico que el niño sea diagnosticado
precozmente para poder ser tratado, su futuro queda supeditado a que la fortuna
le permita ingresar en un colegio que disponga especialistas". Si no le
toca esta lotería, sólo la sensibilidad y el dinero de sus padres pueden
salvarle de un fracaso seguro.
Respecto al método a utilizar, Irene Herranz afirma que, "todos los
niños disléxicos necesitan aprender a leer, pero cada uno a su ritmo, no hay
que machacar más su debilidad sino enseñarles caminos alternativos para llegar
al mismo sitio. Lo que necesitan es experimentar y manipular su
entorno". Su inteligencia les aparta de los planes de educación
especial, hace su problema invisible a los ojos de sus profesores y su
incapacidad para leer en un sistema que se sostiene en la lectura les frustra y
les margina.
El silencio de la dislexia no perdona.
Por qué en China hay menos disléxicosNo es casualidad que en China el
número de disléxicos sea mucho menor que en España. Muchos de sus ideogramas
son fáciles de entender con un poco de intuición. Expresan imágenes y no
letras, formas inventadas y vacías de contenido por sí mismas como nuestro
alfabeto.Cuando un niño chino ve (ideograma, ver PDF) es capaz de interpretar
“hombre” si cualquier adulto le ha explicado antes que ese signo es la
simplificación del dibujo de una persona. Un poco de imaginación basta. Ese
hombrecito, combinado con otros, adquiere distintos significados.Por ejemplo,
(ideograma, ver PDF), dos hombres, será “todo el mundo”. Al contrario que un
niño chino, si a uno español se le dice “la casa está en la montaña”, él, en su
sintaxis, traducirá algo como esto: (ideograma, ver PDF)¿¿¿???. En “está” se
habrá perdido porque esta palabra no tiene significado palpable cercano o real.
“Está” no existe en su imaginario.En 2001 un equipo internacional de
científicos afirmaba que en todos los casos la base neurológica es la misma,
pero se manifiesta de modo distinto según la ambigüedad ortográfica del idioma.
El estudio, realizado entre niños de 10 años mostró, que el porcentaje de
disléxicos es el doble en Estados Unidos que en Italia. En inglés The pen is on
the table se pronunciaría "De pen is on de teibol", o sea, su
pronunciación no tiene nada que ver con la grafía. En italiano la misma frase
La penna é sul tavolo se pronuncia igual que se escribe, igual que en español:
"El boli está sobre la mesa".A, b, z, ñ, q, n, s, l, c, y, r,f ,s. ..
Son signos vacíos y difíciles de entender para las cabezas que funcionan por
imágenes.Cómo se diagnostica
“Imagínate un reguero de hormiguitas que va por su camino y se topan con
una piedra. La fila se deshace, las hormiguitas se despistan y los insectos
acaban desperdigados de manera desordenada por donde no debieran. Nosotros los
disléxicos tenemos huecos sin información en el hardware”.Alfonso Callejas,
presidente de la asociación madrileña Disléxicos sin Barreras, con sede en
Alcorcón, habla en clave de imagen de la causa primera de cualquier dislexia:
una disfunción neuronal que sucede durante la formación del feto. La metáfora
de las hormiguitas se refiere al viaje que hacen las neuronas durante la
formación del feto desde el tubo neural, donde están las células madre, a la
corteza cerebral. En ese proceso de migración siempre se producen errores y por
ese motivo cada persona desarrolla algunas habilidades con destreza y otras con
torpeza.En el caso de los disléxicos se podría decir que no todas las neuronas
se sitúan en el lugar adecuado y las células mal colocadas no forman
conexiones. En esa red de cables las zonas afectadas quedan como un nudo, cada
uno de ellos se llama ectopia y permanecerá para siempre en el mismo estado. “Por
eso la dislexia se supera, pero no se cura”, afirma Callejas. Su asociación
desarrolla en su web, www.dislexiasinbarreras.com, esta teoría con un artículo
del doctor Franck Ramus, del Laboratorio de Ciencias Cognitivas y
Psicolingüísticas de París.Es, además, una enfermedad congénita. En muchos
casos se transmite de padres a hijos. Entre los Callejas no es él el único
disléxico. Uno de sus dos hijos, Alberto, de 13 años, también la sufre. Hay más
familias de disléxicos entre los miembros de la asociación. José Luis tiene
cinco hijos, tres de ellos han heredado de él la enfermedad del baile de las
letras y los dos hijos de Charo la padecen también. “Mi marido se enteró de que
lo era a los 40. Cuando se la diagnosticaron a mis hijos ató cabos y se dio cuenta
de que él también lo era. Antes no se sabía ni lo que era y a mi marido le
tocó ser, sencillamente ‘un vago de la clase”.Las claves más visibles para
diagnosticar la dislexia son: retraso en el lenguaje, confusión de las palabras
que tienen una pronunciación similar, dificultades expresivas, problemas para
identificar las letras y los sonidos asociados, historia familiar con problemas
de lectoescritura, inconvenientes para descodificar palabras aisladas,
dificultades más importantes para leer palabras raras, lectura lenta, con
errores y muy laboriosa y dificultades ortográficas y apuros a la hora de
nombrar figuras.
"Al copiar este artículo, no puedo dejar de pensar en una escritora
brillante, con sólo doce años.
Castigada muchas veces por su dislexia, en un sistema que no la atiende.
Espero que no deje de luchar nunca, ni me prive del placer de leerla"
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