http://www.unesco.org/courier/2000_06/sp/apprend.htm
Europa, un frente desunido
Estados Unidos: La escuela en casa
Jeff Archer, redactor del semanario estadounidense Education Week.
Por razones religiosas o porque prefieren una escolaridad no convencional, son cada vez más numerosos los padres estadounidenses que han decidido educar a sus hijos en el hogar.Christopher y Eileen Herman, enemigos del sistema escolar tradicional, se ocupan de la educación de sus dos hijos en su casa. Hace veinte años esos padres habrían infringido la ley, pues en el estado de Washington donde viven, hasta 1985 sólo los maestros diplomados por el Estado estaban autorizados a impartir enseñanza en el hogar. Pero hoy los Herman no sólo pueden hacerlo sin temor a ser sancionados, sino que disponen de un vasto arsenal de recursos y ayudas.
Miembros de tres organizaciones locales de padres que educan en el hogar, asisten a convenciones sobre ese tema y obtienen consejos regularmente de familias en situación similar a través de Internet. “Casi todo el mundo conoce a alguien que practica la enseñanza en el hogar”, afirma Eileen Herman. “A algunos todavía puede parecerles raro, pero el asunto ya no despierta suspicacia ni hostilidad.”Distintas motivacionesEn efecto, los Herman no hacen más que seguir una corriente en pleno auge.
Según ciertas estimaciones, en Estados Unidos el número de niños educados en casa pasó de 50.000 a mediados de los años ochenta a por lo menos un millón en la actualidad (para otros esa cifra alcanza 1,8 millones). Aunque representan un 3% de los niños en edad escolar del país, su número está en constante aumento. La escuela en el hogar (home schooling) es la forma de educación privada más difundida, después de la enseñanza dependiente de la Iglesia Católica.“La educación en el hogar se ha convertido en una opción viable. Ocupa ya un pequeño espacio entre las posibilidades educativas que brinda este país”, señala Mitchell Stevens, sociólogo del Hamilton College de Clinton (estado de Nueva York) y autor de un libro sobre este tema.Esta nueva corriente es muy compleja y cuanto mayor es su auge más difícil resulta definir el perfil tipo de los padres que enseñan en el hogar.
Stevens advierte dos grupos muy distintos. Uno surgió a fines de los años sesenta del movimiento escolar alternativo, cuyos partidarios creen que los niños aprenden mejor fuera de las estructuras rígidas de la enseñanza formal. El otro surgió de algunas familias conservadoras protestantes que hacia la misma época manifestaron temores de que los establecimientos estatales no formaran debidamente a sus hijos. “A ambos grupos la organización burocrática del sistema público les inspira una profunda desconfianza”, afirma Stevens. Hasta la década de los ochenta, la educación en el hogar era una actividad clandestina, sin reconocimiento jurídico. Pero al aumentar sus adeptos, los jueces y fiscales se mostraron más dispuestos a aceptar que los niños que no asisten a la escuela “sean instruidos por otros medios”.
La Asociación de Defensa de la Escuela en el Hogar se fundó en 1983 con dos objetivos: promover su reconocimiento por el poder legislativo de los estados y defender a las familias concernidas ante los tribunales.Hoy el home schooling está autorizado en todo el país, aunque la reglamentación en la materia es muy variable según los estados. En Idaho, por ejemplo, no se establece casi ninguna limitación a los padres que ejercen la educación en casa y ni siquiera se les exige que comuniquen sus programas a las autoridades estatales o locales. Oregón, en cambio, obliga a las familias a someter periódicamente a sus niños a pruebas tomadas por una “persona neutral calificada”. En general no se requiere que los padres estén facultados para ejercer la docencia, pero unos pocos estados exigen que los progenitores hayan realizado estudios superiores o seguido un curso de formación.
Las legislaciones estatales suelen fijar el número de días de instrucción y las grandes líneas de los contenidos pedagógicos. Los padres han de dejar constancia de los progresos de sus hijos, pero rara vez se exige que transmitan esos “boletines” a un órgano oficial. “Incluso en los estados en que la regulación es más estricta, se reconoce que los ritmos de aprendizaje de los niños pueden variar”, señala Patrick Farenga, presidente de Holt Associates, una editorial de materiales para la enseñanza en el hogar con sede en Cambridge (Massachusetts). La acogida que brindan las autoridades escolares a los niños educados en casa no siempre es la misma.
Algunos establecimientos les permiten participar en excursiones o matricularse en ciertas clases, mientras otros se niegan a hacerlo.Los menores de familias de protestantes conservadores constituyen el principal contingente de alumnos en el hogar, pero el movimiento se está diversificando. Católicos, musulmanes y judíos, así como un gran número de familias laicas, han formado sus propias organizaciones en favor de la educación en el hogar. De las encuestas realizadas por el Instituto Nacional de Investigación sobre la Educación en el Hogar de Salem (Oregón) se desprende que si bien la religión sigue siendo la motivación más frecuente de esta opción pedagógica, hay otras cinco razones poderosas: dudas acerca de la calidad académica de los establecimientos tradicionales de enseñanza; la creencia de que la mejor educación es la más individualizada; el propósito de estrechar lazos familiares; el intento de atenuar la influencia negativa de los compañeros de estudio; y la inquietud ante la inseguridad creciente de las escuelas.
A menudo, esas razones se superponen.Los métodos de la enseñanza en el hogar son muy diversos. En un país sin un programa nacional de educación, el establecimiento de las normas educativas es responsabilidad de los estados y éstas no se aplican de manera estricta a los educadores en casa. Son los padres los que por lo general elaboran los planes de enseñanza. Cientos de editoriales producen manuales adaptados a este tipo de enseñanza, que se venden, en particular a través de Internet, en el mundo entero y reflejan una amplia diversidad de filosofías y enfoques educativos, desde cursos por correspondencia sin orientación religiosa a materiales “que exaltan los fundamentos esenciales de la verdad de las Escrituras”.Defensores y detractoresSegún unos pocos estudios en gran escala llevados a cabo en Estados Unidos, los niños formados en el hogar obtienen resultados muy superiores al promedio nacional en las pruebas generales a que se les somete. Pero numerosos investigadores señalan que los padres hacen pasar a sus hijos esas pruebas cuando están seguros de que tendrán éxito.
Como además un número apreciable de estudiantes en el hogar prefieren no darse a conocer y no pasan esos exámenes, los investigadores reconocen que es difícil sacar conclusiones definitivas.Uno de los mejores índices del éxito de la educación en el hogar es su reconocimiento por un número cada vez mayor de institutos y universidades estadounidenses. Una encuesta reciente de la Asociación de Defensa de la Escuela en el Hogar en más de 500 establecimientos de enseñanza superior demostró que todos salvo dos establecían en sus procedimientos de admisión una evaluación específica de los alumnos en el hogar sin estudios secundarios tradicionales.
Numerosos establecimientos aceptan actualmente las calificaciones de los alumnos realizadas por los padres.Sin embargo, algunos padres todavía suelen verse arrastrados ante los tribunales cuando hay desacuerdo sobre la aplicación correcta de la reglamentación estatal. En un caso que recibió amplia publicidad el año pasado, un educador en el hogar fue condenado a dos semanas de cárcel por haberse negado a que los examinadores del estado evaluaran a su hijo de 15 años. Los funcionarios estatales afirmaron que necesitaban cerciorarse de que el niño –que había tenido problemas de aprendizaje en los establecimientos locales– recibía la formación adecuada en casa.Aunque sigue ganando adeptos, la aceptación de la escuela en el hogar no es unánime.
En 1997 una encuesta conjunta del Instituto de sondeo Gallup y la revista pedagógica Phi Delta Kappa puso de manifiesto que 57% de los estadounidenses piensan que la escolaridad en el hogar no es “conveniente”. Doce años antes ese porcentaje era de 73%. Para la Asociación de Educación Nacional, la mayor unión de profesores del país, “los programas de enseñanza en el hogar no pueden brindar al alumno una formación completa”. La Asociación Nacional de Directores de Escuelas Primarias formuló una advertencia similar, añadiendo que las autoridades deben “velar por que los padres que elijan esta opción sean considerados responsables no sólo de los resultados académicos, sino también del desarrollo social y emocional de los niños”. Esta asociación teme que los estudiantes formados en el hogar estén insuficientemente preparados para relacionarse con menores de extracciones diferentes de la suya.
Los propios educadores en el hogar discrepan en cuanto al desarrollo que alcanzará el movimiento. Algunos predicen su expansión, mientras otros estiman que su impulso decrecerá. Las encuestas indican que los estadounidenses están satisfechos con sus escuelas públicas locales, que forman a 90% de los estudiantes del país. Pero numerosos observadores concuerdan en que la escolaridad en el hogar se ha afianzado como un elemento perdurable de la educación en Estados Unidos. Como afirma Farenga, “el concepto de educación ya no se basa en la presencia de los alumnos enclaustrados en la escuela como los monjes en un monasterio”.
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